La historia del grupo no tiene un comienzo, sino varios, y configurar una tentativa de cronología partiendo de sus cuatro años de historia es alto titánico. Originarias de las calles del centro de Sacramento (no lo olvidemos, la capital de California, aunque eso casi nadie lo sabe), ahora viven en Austin, donde se mudaron justo antes de participar en la última edición del festival South by Southwest. Normalmente funcionan como trío, habiéndose especializado en pillar al público desprevenido gracias a sus espectaculares directos mezcla de cabaret, melodías de corta-y-pega, minimalismo, intensidad, simpatía y desde luego, capacidad multi-instrumental.
Agent Ribbons, de hecho, no es simplemente una banda de pop-rock, sino un club tipo casa-árbol de soñadoras post-feministas que están intentando encontrar su sitio en el mundo, como una prenda cosida a mano y bellamente adornada en un mundo moderno y desechable. Al escuchar a gente como Eartha Kitt o The Velvent Undergound, The Shaggs, The Boswell Sisters y The Zombies, han reconciliado milagrosamente un montón de géneros que parecían no casar bien, hasta finalmente sonar como un abigarrado grupo de riot-grrls de los 60 tocando sobre “La Ópera de los tres peniques”. Y todo ello sin perder el sentido del humor, el sentimentalismo y la búsqueda de la integridad melódica en sus memorables y pegadizas canciones.
Chateau Crone ha sido grabado en analógico y digital durante el transcurso de un año, con delicados arreglos de violín, partes de ruido disonante y harmonías vocales spectorianas, además de una exquisita atención por los textos y los fraseos, siempre cuidando de no perderse en trivialidades ni salirse por la tangente, sino empeñadas en sonar a pop barroco, pero con sustancia. Un género musical en sí mismo. Creemos que lo han conseguido.