Hay cosas que te impresionan por misteriosas, a parte de la calidad artística que pueden tener… Cómo ha llegado a fraguarse el arte del guitarrista flamenco Raúl Olivar en Valladolid es misterioso. En un pueblo andaluz o extremeño de gran tradición flamenca, o incluso en una colonia gitana de cualquier gran ciudad, donde de madrugada todos, del abuelo a la nieta, lo celebran todo tocando palmas y bailando hasta que el cuerpo aguanta, un artista como Raúl ahí surge solo, como han surgido los Amador, los Carmona, Moraíto, Sanlúcar e Isidro Muñoz, hasta el gran Paco. Todos ellos y muchos más existen porque son necesarios, los ha hecho su familia, han cogido una antorcha que pasa de mano en mano a lo largo de décadas y de generaciones. Pero un guitarrista flamenco de esta categoría surgiendo en la fría estepa, parece de ficción…
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